Botox es la toxina botulínica con mayor número de indicaciones y más evidencia científica ya que está respaldada por un mayor número de estudios clínicos.

El tratamiento precoz con Botox ayuda a una progresión más favorable de enfermedades como la migraña crónica y la espasticidad, mejorando la calidad de vida de estos pacientes.

Esta ha sido una de las principales conclusiones de las jornadas de actualización CEFABOX, REABOX y MOVEBOX, en las que se han analizado el pasado, presente y futuro de Botox en el abordaje de estas patologías y se han presentado las últimas novedades en su uso en la práctica clínica.

El 25 aniversario del lanzamiento de Botox en España ha sido el eje principal de las jornadas de actualización CEFABOX, REABOX y MOVEBOX de Allergan, dirigidas respectivamente a expertos en cefaleas, espasticidad y trastornos del movimiento. Durante esta reunión de expertos, los especialistas presentes han analizado el impacto de Botox en estas tres principales especialidades con indicación.

Con más de 11 aprobaciones en 25 años de historia, Botox es la toxina botulínica con mayor número de indicaciones y respaldada por un mayor número de estudios. Una trayectoria que ha sido analizada durante esta reunión de expertos, donde se han congregado expertos nacionales e internacionales para debatir no solo el pasado y presente de Botox en estas patologías sino también los retos futuros.

^{De izquierda a derecha: Dra. Patricia Pozo-Rosich, Responsable de la Unidad de Cefalea del Hospital Universitario Vall d’Hebron y Dra. Susana Moraleda, Jefe de Sección y coordinadora del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz.}

Botox en migraña crónica: ~80% de respondedores
Una de las principales patologías que han protagonizado el encuentro ha sido la migraña crónica, una enfermedad compleja que provoca cefaleas durante ≥15días al mes, de los que al menos 8 días corresponden a migraña[iii]. Además de los días de cefaleas, existen otros factores a tener en cuenta, como la intensidad o las comorbilidades asociadas. Entre estas últimas, la ansiedad y la depresión son las más frecuentes. Por ello, el control estrecho y un tratamiento temprano son factores clave: “Hicimos un estudio con 13 centros y más de 700 pacientes para ver cuáles eran los predictores de eficacia al tratamiento con Botox. Encontramos que cuanto menos tiempo de evolución de la cronificación tiene el paciente, la respuesta es mejor. Es decir, debemos empezar a tratar a los pacientes cuanto antes”, afirma la Dra. Patricia Pozo-Rosich, Responsable de la Unidad de Cefalea del Hospital Universitario Vall d’Hebron.

Para ello, como coinciden los especialistas, es preciso aumentar la concienciación entre la población general, pacientes y familiares. Lo más importante es considerar a la migraña crónica como una enfermedad, y como tal, debe ser tratada adecuadamente por médicos especialistas. En este sentido, la Dra. Pozo-Rosich destaca la influencia de Botox en la calidad de vida de los pacientes y en el abordaje de la patología por parte de los profesionales sanitarios. De hecho, Botox reduce los días de cefalea y mejora las comorbilidades.

“Botox ha revolucionado el tratamiento de la migraña crónica en España. Ha cambiado la vida de muchos pacientes ya que esta patología supone tener migraña más de 15 días al mes, es decir, casi todos los días. Por ello, pasar de tener migrañas durante, por ejemplo, 25 días al mes a tenerlas solo 5 días es un cambio muy sustancial. Para los especialistas que nos dedicamos a las cefaleas, también implica un gran avance. Necesitábamos más herramientas para ayudar a los pacientes. Contar con un recurso como Botox, en el que el médico tiene un rol importante -puesto que es el especialista el que realiza las infiltraciones-, hace que la especialidad adquiera relevancia por el hecho de que haya médicos que diagnostiquen y traten las cefaleas. Lo cierto es que esto ha ayudado a aumentar y dinamizar las unidades de cefalea en toda España”.

Botox en espasticidad: la importancia del tratamiento precoz
Otro de los temas que se han tratado durante esta reunión ha sido el abordaje de la espasticidad. Este trastorno aparece después de lesiones como parálisis cerebral, lesión medular, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y daño cerebral adquirido (ictus, traumatismo craneoencefálico, hipoxia, etc).  De hecho, aunque la espasticidad sea un trastorno complejo y difícil de identificar, aparece en hasta un 38% de pacientes un año después de un ictus.

La espasticidad producida tras un ictus se trata cuando impide la funcionalidad o la autonomía, así como cuando produce dolor, siendo Botox actualmente “una de las principales indicaciones de tratamiento ya que existe la evidencia de que disminuye significativamente el tono muscular y mejora la función pasiva, con un nivel de recomendación A”, como afirma la Dra. Susana Moraleda, Jefe de Sección y coordinadora del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario La Paz.

En este sentido, los especialistas señalan la importancia de administrar este tratamiento precozmente para intentar reducir el desarrollo o la gravedad de la espasticidad; es decir, para prevenir o tratar complicaciones como el dolor y las contracturas, además de para mejorar la función motora. Como reconoce la Dra. Moraleda, uno de los factores determinantes para el abordaje de la espasticidad ha sido el uso de Botox: “Desde el principio supimos que la toxina botulínica es mucho más que un tratamiento estético. Hemos comprobado cómo mejora la calidad de vida de pacientes y cuidadores. Cada vez se infiltran más músculos y una mayor dosis total para conseguir eficacia”, concluye.