Una alimentación equilibrada, ejercicio regular y un adecuado control de las enfermedades crónicas, claves para disminuir el riesgo de sarcopenia y fragilidad

21/3/2024
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Una alimentación equilibrada, ejercicio regular y un adecuado control de las enfermedades crónicas, claves para disminuir el riesgo de sarcopenia y fragilidad
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La fragilidad y la sarcopenia son dos condiciones comunes, que se calcula afectan a más de la mitad de la población sénior

Los profesionales de la salud tienen un rol esencial a la hora de crear estrategias que integren actividad física regular y una dieta completa para la prevención o abordaje de la fragilidad y la sarcopenia

Lidia Barrajón

La fragilidad y la sarcopenia son dos condiciones comunes que padecen más del 60% de la población sénior, siendo un factor de riesgo que hace que los mayores sean más vulnerables a los diferentes factores externos” ha explicado Felipe Isidro, catedrático de Ejercicio Físico y Salud de la Universidad durante el Symposium “Paso a Paso & Plato a Plato. Ejercicio y coaching nutricional contra la Fragilidad desde la Oficina de Farmacia”, impulsado por FontActiv en el marco del Encuentro Europeo de Farmacia Infarma 2024, que se celebra estos días en Madrid.

La fragilidad en las personas mayores es un estado de vulnerabilidad aumentada debido a la disminución de la reserva y resistencia a los estresores, resultado del envejecimiento acumulativo en varios sistemas fisiológicos. Esto incrementa el riesgo de resultados adversos para la salud, como caídas, deterioro funcional, hospitalización y mortalidad. Entre las características de la fragilidad se incluyen la pérdida de peso no intencionada, fatiga, debilidad muscular, baja velocidad al caminar y reducida actividad física. La sarcopenia, que es la pérdida progresiva de masa y función muscular asociada al envejecimiento, es un componente clave de la fragilidad, contribuyendo significativamente a su manifestación. Aunque la fragilidad no es inevitable en el envejecimiento, es más frecuente en personas mayores y puede ser prevenida o mitigada mediante intervenciones como ejercicio físico, una nutrición adecuada y un manejo eficaz de las enfermedades crónicas. La detección temprana y el manejo apropiado de la fragilidad y la sarcopenia son esenciales para mejorar la calidad de vida y la independencia en la población de edad avanzada.

El ejercicio físico ayuda a mejorar la salud ósea, el equilibrio y la coordinación, todas ellas importantes para disminuir el riesgo de caídas y fracturas, y reduce el riesgo de enfermedades crónicas y metabólicas, que contribuyen al desarrollo de la fragilidad y la sarcopenia” ha explicado Felipe Isidro.

Para prevenir estados de sarcopenia y fragilidad en edades avanzadas, se recomienda realizar un entrenamiento que combine ejercicios de fuerza con equilibrio y actividades cardiorrespiratorias. “Conviene establecer metas realistas, empezar con metas pequeñas y alcanzables, con una dosis mínima eficaz y adherente, para luego aumentar gradualmente la intensidad y cantidad de ejercicio” ha añadido el catedrático.

Por su parte, Lidia Barrajón, farmacéutica y coach nutricional, ha destacado la importancia de “una detección precoz de la desnutrición e instaurar una pauta de alimentación adaptada, en la que se ponga el foco en el aporte proteico y vitamínico-mineral, para tratar y prevenir el síndrome de fragilidad y sarcopenia”.

La coach nutricional ha indicado que la dieta de una persona mayor debe asegurar “un adecuado aporte de proteínas de alto valor biológico a través de lácteos, huevos, carnes, pescados o legumbres en combinación con cereales, y seguir un patrón de dieta mediterránea con el consumo diario de 5 raciones de frutas y verduras, para asegurar el aporte adecuado de vitaminas y minerales”.

La alimentación es siempre la prioridad a la hora de aportar los diferentes nutrientes, pero en determinadas circunstancias puede ser necesario recurrir a la suplementación de algunos nutrientes, como puede ser en el caso de personas de edad avanzada que no tienen apetito, siguen una alimentación desequilibrada con carencias de algunos nutrientes, o en situaciones concretas de estrés quirúrgico, sarcopenia o atrofia muscular, que los requerimientos nutricionales pueden verse aumentados. Lidia Barrajón también ha recordado la importancia de cuidar el aporte de vitamina D, cuyo déficit tiene una alta prevalencia en las personas mayores por tener una menor exposición al sol o una menor capacidad de producirla debido a la edad. “No podemos olvidar que la vitamina D contribuye a una correcta función muscular y puede ser de gran importancia para prevenir la fragilidad” ha apuntado.

Ambos expertos defienden el papel de los profesionales de la salud a la hora de promover hábitos saludables para prevenir la sarcopenia y la fragilidad. “Deben involucrar al paciente en la realización de un programa de ejercicios y motivarle para conseguir objetivos que sean realistas a corto plazo, con ejercicios que puedan practicar en su vida diaria o realizar en grupo para mejorar también su sociabilidad” ha sugerido Felipe Isidro.

Por su parte, Lidia Barrajón ha propuesto el cribado del estado nutricional para detectar la desnutrición de forma precoz y la educación nutricional, para dotar a las personas de pautas para seguir una alimentación adecuada a sus necesidades, complementándolo con “herramientas de coaching e inteligencia emocional, que ayuden a combatir la falta de motivación, que está estrechamente relacionada por el hecho de que el adulto mayor es proclive a la negatividad por el sentimiento de soledad, está más inapetente, tiene limitaciones para llevar a cabo la compra de los alimentos y la preparación de la comida o no disfruta del momento de comer”.

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